LOS TERRORES DEL INFIERNO
La doctrina del infierno es una de las más olvidadas de toda la Escritura. Cuando hoy se menciona el infierno, generalmente es ridiculizado, como si toda la idea del infierno estuviera tan pasada de moda que sólo los ingenuos e ignorantes pudieran creer que un lugar así realmente exista. Esto no es difícil de entender. El hombre natural aborrece la idea de tener que dar cuenta de su vida delante de un Dios santo, él (el hombre natural), ama el pecado y no quiere vivir sin él. La mente no regenerada presenta una objeción tras otra con tal de no encarar la realidad del infierno. El ser humano vive su vida pensando que si ignora una dificultad por un determinado tiempo puede que ésta desaparezca. Hasta los líderes religiosos tenidos por conservadores comienzan ahora a atacar la idea del infierno. Dejemos que los hombres hagan lo que les plazca, seguros de que las frívolas objeciones de los necios no conseguirán destruir la realidad del infierno. En medio del clamor que busca aniquilar el infierno están aquellos que creen que la Biblia es verdad, estos deben pararse y hablar. Meditar en los terrores del infierno puede ser uno de los ejercicios mas importantes que puedas hacer en esta vida. Si "el que oye el sonido de la trompeta no se da por advertido, y viene una espada y se lo lleva, su sangre recaerá sobre su cabeza" (Ezequiel 33:4). Pido el favor de que el lector se tome el tiempo de leer este librito hasta el final. ¿Por qué debería uno preocuparse por el infierno? ¿Por qué gastar tiempo leyendo sobre el
infierno? Son varias las razones que nos muestran el beneficio de hacerlo: Oír de los
terrores del infierno puede chocar a la consciencia y despertarle de su falsa seguridad.
Saber del infierno contribuye a detener al hombre de su camino de pecado. Tanto el piadoso
como el malvado son persuadidos de no pecar cuando recuerdan regularmente los terrores
del infierno.
No es lo que oímos solamente lo que contribuye a forjar nuestra creencia, lo que no oímos
también contribuye a formar nuestro sistema de creencias. Únicamente el Espíritu Santo
puede presentar a nuestros corazones los terrores del infierno de tal modo que los sintamos
tan reales como nunca antes. LA NECESIDAD DEL INFIERNO Muchos de los que hoy día se burlan del infierno, probablemente lo hacen por varias razones. Primariamente se trata de un deseo de estos de continuar en sus propios caminos de pecado sin tener sus conciencias preocupadas con la idea de las consecuencias de sus acciones. No quieren oír que lo que están haciendo está mal. No quieren oír que sus pecados serán castigados. Alguien pudiera objetar: "El tormento eterno en el infierno, ¿no es
inconsistente con un Dios misericordioso y amante? Un malentendido del carácter de Dios y de la naturaleza del pecado puede llevar fácilmente a este tipo de preguntas. ¿Por qué es necesario el infierno? Examinemos algunas razones que nos hablan de su necesidad. La pecaminosidad del pecado y la santidad de Dios. La dificultad que la mayoría de la gente tiene a la hora de comprender la necesidad del infierno está relacionada con su incompleto e inadecuado entendimiento de lo terrible que es el pecado y de lo glorioso que es Dios. No vemos el mal tan grande que hay en el menor de los pecados ni entendemos la santidad de Dios, su justicia y su ira. Si viéramos el pecado como la maldad más grande en el mundo y nos diéramos cuenta de que cada pecado es un rechazo del gobierno de Dios sobre nosotros, una burla, una bofetada en su rostro, lanzarle estiércol a Él, comenzaríamos a comprender un poco de lo que nuestro pecado representa para Dios. Cada vez que pecamos erigimos un dios rival en nuestro corazón, en la forma de nosotros mismos o de nuestro vicio más querido. El pecado rechaza al Creador como Dios y pone la criatura en su lugar. Si pudiéramos entender la santidad de Dios y lo que significa ser santo, puro, perfecto, justo, incontaminado, limpio hasta del menor pecado, tendríamos una idea mejor de por qué Dios aborrece tanto el pecado. La santidad absoluta no puede tolerar el menor de los pecados. "Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio" (Habacuc 1:13). Si pudiéramos comprender la gloriosa santidad de Dios y su pureza, así como la abominable naturaleza del pecado, entonces no tendríamos problemas con la necesidad absoluta del infierno. "Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?" (Jeremías 17:9). El corazón humano está enfermo, es malvado, engañoso. La corrupción del corazón hace que el ser humano sea engañado respecto a la fealdad del pecado y muchas otras cosas más. La naturaleza infinita de Dios. Para entender lo que el pecado es realmente
tenemos que verlo a través de los ojos de Dios. Dios es un ser infinito y eterno. Cada acto
pecaminoso es cometido contra un Dios infinito y santo. Uno de los predicadores más grandes que jamás haya existido, Jonathan Edwards, escribió:
"La gloria de Dios es el mayor bien; es el fin supremo de la creación, es de más importancia
que cualquier otra cosa. Pero hay un modo mediante el cual Dios se glorificará a si mismo, a
saber, la destrucción eterna de los impíos, que glorificará Su justicia. Entonces se presentará
como un gobernador justo de este mundo. La justicia vindicativa de Dios se presentará
estricta, puntual, asombrosa, terrible y por tanto gloriosa". UNA DESCRIPCIÓN DEL INFIERNO El infierno es un horno de fuego inextinguible, un lugar de tormento eterno, donde sus víctimas son atormentadas tanto en sus cuerpos como en su mentes, conforme a sus naturalezas pecadoras, los pecados actuales cometidos y la cantidad de luz espiritual ofrecida y rechazada por ellos. El infierno es un lugar de donde la misericordia y la bondad de Dios han sido retiradas; donde la ira de Dios es revelada como un fuego consumidor, terrorífico; donde los impíos viven con sus vicios sin poder realizarlos en un tormento sin fin. En Mateo 13:47-50, el Señor Jesús narró una parábola sobre el juicio. En los versículo 49 y 50, el Señor describe el destino de los malvados: "Así será el fin del mundo; los ángeles saldrán y sacarán a los malos de entre los justos, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes". Al examinar las palabras del Señor lo primero que
deberíamos notar es que el infierno se describe como un horno de fuego. El horno de
Nabucodonosor (del que se nos habla en el Antiguo Testamento) fue calentado siete veces
más de lo acostumbrado y es descrito como "un horno de fuego ardiente" (Daniel 3:23).
Juan el Bautista habló de "fuego inextinguible" (Lucas 3:17) y Apocalipsis describe el
infierno como "lago de fuego que arde con azufre" (Apocalipsis 19:20). El infierno también se describe como un lugar de tinieblas. El Señor Jesús habla de un invitado que se presentó a una boda sin traje y fue arrojado a "las tinieblas de afuera" (Mateo 22:13). Judas escribe de aquellos que están en el infierno, "para quienes la oscuridad de las tinieblas ha sido reservada para siempre" (Judas 13). Christopher Love dice en su libro Hell's Terrors (Los terrores del infierno): "La oscuridad es terrible y los seres humanos están preparados para temer más las tinieblas que la luz: el infierno, por consiguiente, es descrito con esta imagen terrible para hacer que los corazones tiemblen, pues se trata no sólo de tinieblas, sino de la más oscura de las tinieblas". El infierno es comparado a Tofet en Isaías 30:33. Tofet era el lugar donde los judíos
idólatras sacrificaban a sus hijos al dios pagano Moloch, arrojándolos al fuego dispuesto
para ello. Día y noche se oían en ese lugar quejidos y lamentos, como día y noche se oirán
quejidos, lamentos y llanto en el infierno. Isaías habla de "el soplo del SEÑOR, como
torrente de azufre" encendiendo el infierno. Hay suficiente evidencia en la Escrituras para
demostrar que Dios mismo será el fuego del infierno. Hebreos 12:29 dice: "Nuestro Dios es
fuego consumidor". Los impíos de la tierra ignorantemente bailan de alegría cuando el
predicador habla del amor y misericordia de Dios, pero no se beneficiarán ni de lo uno ni de
lo otro si no se arrepienten. Para ellos Dios será fuego consumidor. Hebreos 10:30-31
advierte: "Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo pagaré. Y otra vez: El Señor
juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!" ¡Es horrendo,
terrible, caer en las manos del Dios vivo! En Lucas 16:19-26 Cristo habla de dos hombres. Uno de ellos era rico (tradicionalmente conocido por Divas o Epulón); el otro era pobre (por nombre Lázaro). Ambos murieron. El pobre fue llevado por ángeles al cielo y el rico fue al infierno. El rico no fue a tal lugar por ser rico, ni el pobre al cielo por ser pobre. El Señor muestra mediante esta historia de contrastes que nuestras circunstancias pueden cambiar drásticamente cuando pasamos del tiempo a la eternidad. No debemos ser tan tontos como para pensar que porque Dios no nos haya tratado duramente en esta vida no lo vaya a hacer después de la muerte. El lugar de morada eterna de ambos hombres fue el resultado de la condición de sus corazones delante de Dios mientras vivían en la tierra. Lázaro fue un verdadero seguidor de Dios, no así Divas. Queremos notar cuidadosamente lo que la Escritura dice acerca de Divas y su condición,
pues tenemos mucho que aprender de él sobre el infierno. Los versículos 23 y 24 indican que
Divas estaba "en tormento". ¿Cuál es el significado de estar en tormento? Este tormento,
se refiere por igual al tormento padecido por el cuerpo como por el alma. Como hemos visto,
el cuerpo humano será atormentado en un horno de fuego. Cada parte del cuerpo sentirá el
dolor ocasionado por ese fuego. La consciencia del ser humano también será atormentada en el infierno. La consciencia es el
gusano que no muere, del cual habla la Escritura (Marcos 9:48; Isaías 66:24). A Divas se le
dice: "recuerda que durante tu vida". Los hombres serán atormentados físicamente con un
dolor intenso, pero también serán atormentados por su propia memoria. Recordarán las
veces que escucharon la alarma y, no haciéndole caso, se burlaron de ella. Recordarán las
veces que fueron advertidos y llamados a arrepentirse, o que se les dijo que era imposible
recibir las bendiciones del cielo sin someterse a Cristo como Señor, pero no hicieron caso.
Serán atormentados al ver, a distancia (tal como lo hizo Divas), las glorias del cielo y saber
que están condenados para toda la eternidad. Serán atormentados por deseos insatisfechos
(Divas no puede recibir ni siquiera una gota de agua que refresque su lengua). Serán
atormentados por el hecho de saber que nunca escaparán del infierno (a Divas se le dice:
"de modo que los que quieran pasar de aquí a nosotros no puedan"). Serán atormentados
por los gritos, lamentos y maldiciones de los condenados a su alrededor. El tormento más
cruel que un hombre pueda experimentar aquí en la tierra es como la picada de una mosca
comparado a los tormentos del infierno. "No hallarán nada
que alivie sus penas en el infierno. Nunca encontrarán un lugar de reposo allí; ningún rincón
secreto que sea más fresco que los demás, donde puedan tener un poco de reposo, una
pequeña reducción de la gravedad de su tormento. Jamás encontrarán un arroyo o fuente de
agua fría en ninguna parte de aquel mundo de tormento; no, ni siquiera una gota de agua que
calme sus gargantas. No tendrán compañero que les dé un mínimo de consuelo, u ofrezca un
mínimo bienestar. No encontrarán lugar donde puedan estar y descansar y tomar aliento,
siquiera por un minuto, porque serán atormentados con fuego y azufre. No tendrán descanso
ni de día ni de noche por los siglos de los siglos". LA ETERNIDAD DEL INFIERNO El aspecto más terrorífico del infierno es el de su duración. El infierno es eterno, es decir, para siempre, sin fin. ¿Puedes entender la eternidad? Ninguna fórmula o ecuación matemática puede explicarla. Tu mente no puede concebir la eternidad, y, sin embargo, es real a pesar de todo. Este solo aspecto del infierno debería hacer que los hombres gritaran en arrepentimiento. No es extraño que los escépticos de todos los tiempos hayan atacado la naturaleza eterna del infierno, sustituyéndola por doctrinas como la aniquilación de los incrédulos. Echemos una mirada más a las Escrituras para verificar la naturaleza eterna del infierno y tratar de entender mejor la eternidad. Después miraremos por qué tiene que ser eterno el infierno. "Y el diablo que los engañaba fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también está la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 20:10). Este versículo nos muestra con claridad la duración del infierno. El infierno es por los siglos de los siglos. ¿Podría usarse una afirmación más tajante que esta? Si el Espíritu de Dios quiso comunicar a los seres humanos la naturaleza eterna del infierno, ¿que puede comunicar esto mejor que la expresión "por los siglos de los siglos"? La Escritura no contiene otra mayor expresión que denote eternidad sino "por los siglos de los siglos", porque es la misma afirmación que se aplica a la existencia eterna de Dios mismo: "Al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 4:9). ¿Hay quien dude de que Dios vivirá por toda la eternidad? ¿Por qué, entonces, dudas que el infierno permanecerá toda la eternidad siendo que se utiliza la misma expresión para ambos? No es mucha la idea que podemos hacernos de esta cuestión, pero, para ayudarles en su manera de concebirla, imagínense en medio de una hoguera o de un gran horno, donde su dolor sea mucho más grande que el ocasionado por el roce accidental de un carbón ardiendo, puesto que su calor es superior. Imaginen también que sus cuerpos sean retenidos en ese lugar durante un cuarto de hora, en plena consciencia, ¡cuán grande el horror de entrar en semejante horno! ¡Y que largo les parecería ese cuarto de hora! Después de haberlo soportado durante un minuto, que insufrible sería pensar que todavía faltaban otros catorce. Pero, ¿cuál sería el efecto producido en sus almas, si ustedes supiesen que tendrían que permanecer en ese tormento durante veinticuatro horas... o un año entero... o miles de años? Oh, entonces, cómo se hundirían sus corazones si supieran que habrían de sufrirlo año tras año, ¡qué no habría final! ¡Sin llegar nunca al final! ¡Que después de un millón de millones de siglos, su tormento no estaría más cerca de su final que al principio, y que nunca serán liberados! Pero el tormento en el infierno será inmensamente superior a lo que esta ilustración representa. "El Señor Jesús, describiendo el día del gran juicio final, se refiere a la separación de los impíos de los justos con estas palabras: "Y éstos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna" (Mateo 25:46). ¿Hay alguien que niegue que el cielo exista eternamente? ¿Tendrá fin algún día futuro, la
bendición de los justos en el cielo? En el infierno habrá diferentes grados de castigo determinado para cada ser humano según indican algunos pasajes de la Escritura. Lucas 12:47-48 dice: "Y aquel siervo que sabía la voluntad de su señor, y que no se preparó ni obró conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que no la sabía, e hizo cosas que merecían castigo, será azotado poco. A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él; y al que mucho le han confiado, más le exigirán". En Mateo 11:24 Cristo dice: "Os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo
para la tierra de Sodoma que para ti". Los versículos de Mateo indican que la gente de
Cafarnaúm recibirá mayor castigo en el día del juicio que aquellos que vivieron en la
depravada Sodoma. Los versículos de Lucas hablan de una distinción en el juicio basada en
la cantidad de luz recibida: algunos recibirán muchos azotes mientras que otros recibirán
pocos. Quienes cometen mayores o más pecados que otros recibirán mayor castigo en el
infierno (Juan 19:11). Los hipócritas religiosos, aquellos que profesan la fe cristiana, pero no
son realmente cristianos, serán más severamente castigados que el resto (Mateo 23:14-15).
El Señor dijo de Judas Iscariote: "Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido" (Mateo
26:24). ¿Cómo se podrían hacer estas afirmaciones si fuera cierto que la aniquilación es lo
único que hay después de la muerte? La presencia de diferentes grados de castigo sólo tiene
sentido a la luz de la capacidad de sentir el castigo. ¿De qué modo puede decirse que hubiera
sido mejor para Judas no haber nacido si la aniquilación es todo lo que le esperaba? La
aniquilación o extinción no es castigo en absoluto. Cada vez que el incrédulo peca aumenta el
nivel de su tormento en el infierno. La persona que peca el doble que otra con similar luz,
recibirá el doble de castigo. Cada día que el pecador continúa viviendo y respirando aquí en
la tierra sin arrepentirse añade a su castigo en el infierno. Romanos 2:5 dice: "Mas por
causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día
de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios". El Señor Jesús exhortó a los justos a
hacerse tesoros en el cielo antes que en la tierra. Los impíos aumentan su ira y tormento
futuro en el infierno cada momento que continúan pecando. Añaden a su castigo diariamente. Christopher Love emplea una ilustración para tratar de ayudarnos a entender lo que significa la eternidad: "Supongan que todas las montañas de la tierra fueran montañas de arena, y que más y más montañas fueran añadidas hasta alcanzar el cielo, y que un pajarito puede tomar un grano de arena cada mil años de esa gigantesca montaña. Serían necesarios innumerables millones de años antes de que toda esa masa de arena desapareciera, y aun así este proceso de tiempo llegaría a un final, y sería una dicha para el hombre si el infierno no durara más que ese tiempo; pero esta es la miseria del hombre en el infierno, no tendrá más oportunidad de salir después de haber transcurrido millones de años que cuando fue arrojado allí al principio; porque su tormento se prolongará por la eternidad, sin fin, por cuanto el Dios que castiga es eterno". Anteriormente consideramos la necesidad del infierno
o la razón de que tuviera que existir un lugar como ése. Ahora analizaremos la razón por la
que el infierno no sólo tiene que existir sino que debe existir eternamente. ¿Cuál es la
necesidad por la que el infierno tenga que ser eterno? Son varias las respuestas que
podemos explorar brevemente. La primera razón a considerar es la que Christopher Love
acaba de mencionar. El Dios que condena es un Dios eterno. "La eternidad del infierno se
basa en la naturaleza de Dios". Los hombres no pueden dar nada a cambio de su pecado. Ninguna cantidad de castigo en el
infierno, no importa lo mucho que dure, puede nunca expiar los pecados. Es imposible, por
tanto el infierno debe ser eterno. En tercer lugar, el infierno ha de ser eterno porque las
Escrituras dicen que el gusano que corroe la consciencia del hombre en el infierno nunca
muere. "Su gusano no morirá, ni su fuego se apagará" (Isaías 66:24). APLICACIÓN PARA LOS CREYENTES Y LOS NO CREYENTES Los profetas del Antiguo Testamento nos avisan constantemente de los peligros del infierno:
"¿Quién de nosotros habitará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las
llamas eternas?" (Isaías 33:14). "En presencia de su indignación, ¿quién resistirá? ¿Quién
se mantendrá en pie ante el ardor de su ira? Su furor se derrama como fuego" (Nahum 1:6).
Pecador, ¿eres tan arrogante como para pensar que puedes soportar la ira de Dios cuando
sea derramada en toda su capacidad sobre ti? Es posible que pienses que el infierno no es
tan caliente como se pinta y que podrás soportarlo bastante bien. El cristianismo no consiste en palabras o afirmaciones piadosas o creencias intelectuales, sino en un corazón nuevo y una nueva vida apartada del pecado y dedicada a la gloria de Dios. Si tu corazón y tu vida no han sido cambiados por Dios, aún estás en tus pecados. Si estás viviendo en abierta desobediencia a la Palabra de Dios y eres indiferente a ello, no tienes ningún derecho a creer que vas a ir al cielo, por el contrario, estás en camino del infierno. Arrepiéntete de todos tus pecados y vuélvete a Jesucristo y ríndete a Él como Señor. Presta atención a las palabras de Cristo: "Si tu ojo te es ocasión de pecar, arráncatelo y échalo de ti. Te es mejor entrar en la vida con un ojo, que teniendo dos ojos, ser echado en el infierno de fuego" (Mateo 18:9). "Nada menos que el negarse por completo a uno mismo, abandonar el ídolo más acariciado, abandonar el hábito pecaminoso más acariciado -figurativamente representado como cortar la mano o arrancar un ojo- es lo que Cristo exige de todo aquel que quiere tener comunión con él". Recuerda que la dificultad que conlleva abandonar todo por Cristo no es nada comparada con pasar toda la eternidad en el infierno. No creo que nadie se espante por la idea de ir al cielo, pero sí de ir al infierno, de tal modo
que pudiera comenzar a buscar a Dios de todo corazón y a implorar la misericordia divina. El
ser humano está en el borde mismo del abismo del infierno, pronto a caer precipitado en él, y
aún así, completamente inconsciente de semejante peligro. Si oír hablar del infierno puede
conseguir que personas insensibles a su real situación consideren las verdades eternas,
entonces, predicar sobre el infierno es bastante beneficioso. Es mejor considerar ahora el
infierno, mientras vivas; y ser aterrorizado por esto, que no tener que soportarlo luego. No puedo terminar sin una palabra final dirigida a
aquellos que se creen convertidos pero que no lo están, y también para aquellos que saben
que no están convertidos. |