AVISO A LOS POBRES PECADORES: EL INFIERNO ES REAL






MENSAJE DEL DÍA 26 DE MAYO DE 1984

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

LA VIRGEN:

Pero para que veas que todo no es gloria, hija mía, verás una parte de infierno.



AMPARO::

¡Ay, ay, ay, ayyy...! Pero ¡bueno! ¡Ay, ay, ay..!



LA VIRGEN:

Esas llamas que salen de su boca, es porque han publicado doctrinas falsas.



AMPARO:

¡Ay!, ¿Y están siempre así? ¡Ay, ay, ay! ¿Y ese brazo está ardiendo también?



LA VIRGEN:

Cada miembro, que ha cometido un pecado, será atormentado, hija mía.



AMPARO:

¡Ay!, a esos retírales las llamas. ¡Si yo eso no lo había visto de las llamas! Parecen hierro los cuerpos que están ardiendo, como un hierro está al rojo, lo tiran para arriba y para abajo. ¿Eso es siempre?



LA VIRGEN:

Estas almas, hija mía, están constantemente diciendo: "Maldita boca, malditos brazos, y todo mi cuerpo sea maldito", que no me ha servido nada más que para la condenación, "maldito sea mi cuerpo".



AMPARO:

Pero esos ¿no pueden salir de ahí? ¿No? ¿Tampoco? ¡Ay, Dios mío!



LA VIRGEN:

Los miembros de vuestro cuerpo, hijos míos, que hayan cometido un pecado serán eternamente atormentados. Por eso os digo, hijos míos: Si vuestro ojo os hace pecar, arrancáoslo y tiradlo lejos. Y si vuestro brazo os hace pecar, arrancaoslo fuerte y tiradlo muy lejos, porque más vale entrar sin ojos y sin brazos en el cielo, que no con todo el cuerpo en el infierno.



AMPARO:

Pero ¿cuántos infiernos hay?, porque ya son muchos.



LA VIRGEN:

Cada infierno, hija mía, cada infierno será según su pecado.



AMPARO:

Pero ya está bien, todos los que tiene.



LA VIRGEN:

Porque a todos no se os puede dar el mismo castigo, hijos míos. Dios Padre le dará a cada uno según el castigo que merece. Como las moradas, hijos míos, cada uno iréis según vuestras obras.



AMPARO:

Si a cualquier morada vas ¿se sufre? ¿no?



LA VIRGEN:

No, hija mía, en todas es felicidad, todo es amor; pero unos están más cerca de Dios Padre que otros; pero no sienten ningún dolor, ni ningún tormento y no necesitan de nada, están gloriosos, hija mía.







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